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Tengo un cuaderno en el que pone “se acabó”

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Tengo un cuaderno en el que empecé a escribir hace casi un año ya. Todo lo que escribía era sobre algo, ese algo que me había callado durante meses y que muchos aún no conocen. Esas hojas en blanco se llenaron de palabras que buscaban nada más que expresar lo que no podía porque un cuaderno en blanco era el único que no juzgaba.

Pasó el tiempo y las hojas se iban llenando y llenando de palabras, de sentimientos, de cartas no enviadas… Hasta cuando las palabras llegaron a salir de esas hojas, cuando traspasaron esa frontera de lo casi ficticio a lo real, el cuaderno seguía recibiendo las verdades que yo callaba. Hasta que un día mezcla de enfado, dolor, amor, resentimiento y todas esas sensaciones que hacen que nos sintamos bipolares, o incluso, quimpolares, hizo que escribiera “se acabó” con lo primero que tenía a mano. Un lápiz de ojos negro.

Porque escribirlo así tan rápido, en el momento, sin esperar, iba a conseguir que el sentimiento del cuaderno cruzara ese casi ficticio mundo hacia lo real. Y así convencida han pasado los meses. Pero miento. Porque nunca he estado convencida. Y algunas palabras de gente extraña, de gente que ha aparecido en mi vida medio segundo, dan la clave para darme cuenta de que nunca estuve convencida de que sólo he estado convenciéndome de algo que no va a desaparecer.

Y el cuaderno sigue ahí con ese “se acabó” escrito con lápiz de ojos negro. Pero la vida no sigue adelante, gira en círculos y a pesar de que las letras ya no se escriban en ese cuaderno de lo casi ficticio, los sentimientos han vuelto a aparecer (porque nunca habían desaparecido) en lo real.